“No soy bueno vendiendo”

Es una frase que se dice en voz baja.
A veces con un poco de vergüenza.
A veces como excusa.
Y muchas veces, como una verdad que se ha ido instalando con los años.

«No soy bueno vendiendo.»
Como si vender fuera algo agresivo.
Como si hubiese que convertirse en otra persona para hacerlo bien.
Como si ofrecer lo que sabes automáticamente quitara autenticidad a lo que haces.

Y claro, si eso es lo que se cree…
es lógico que lanzar una formación digital dé vértigo.
Porque no es solo crear el curso.
Es tener que hablar de él.
Explicarlo. Sostenerlo. Proponerlo.
Y ahí es donde muchos se quedan congelados.

Pero vender no tiene que ser presionar.
No tiene que sonar impostado.
Vender, en este contexto, puede ser simplemente ofrecer una solución con respeto, con claridad y con verdad.

Decir:
“Esto que he creado puede ayudarte.”
“Lo he diseñado para que funcione sin necesidad de que estemos cara a cara.”
“Si estás en ese punto, este curso te puede servir.”

Nada más. Y nada menos.

Porque no se trata de convencer.
Se trata de abrir la puerta correcta, en el momento justo.

Y si lo que has creado parte de la experiencia, del compromiso y del deseo genuino de ayudar…
quizá vender no es lo que pensabas.

Quizá es solo la forma de seguir acompañando, de otra manera.

Feliz día.

Albert


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